sábado, 4 de junio de 2011

Marco Pantani (1970-2004)

Crecí viendo ciclismo, sin atreverme a correr nunca más allá de largos paseos solitarios. Miguel Indurain me aficionó con su elegancia, su tranquilidad; luego vino Marco Pantani. Más alto de lo que parecía en la televisión, 172cm, pañuelo en la cabeza y el descaro nunca visto. Era el escalador que luchó contra la decadencia del ciclismo, cuando las grandes vueltas se volvieron carreras de control en donde parecía que sólo se debía atacar en el último puerto y que únicamente podía ganar un buen contrarrelojista, entonces apareció. Luchó contra Indurain, Ullrich, Armstrong y contra él mismo. Jamás vi a nadie subir Alpe D´Huez como él, recuerdo cuando te escapaste en aquella mítica etapa a falta de tres puertos para hacer temblar al vanidoso americano, una de las pocas veces que se tambaleó en aquellos años. Fuiste el mejor en lo tuyo, pocos pueden decir lo mismo. Luego vino el dopaje, la mala suerte -primero un coche y luego con forma de gato-, la decadencia producida por las adicciones y la triste muerte. Sólo en un hotel. Un modo tristísimo de morir.

Todos los aficionados conocemos su lado oscuro, sus defectos; pero nuestra admiración es absoluta.

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